sábado, 31 de julio de 2010

Entren!

segundacita.blogspot.com

(Blog de Silvio Rodríguez)

martes, 27 de julio de 2010

Marina

Nos quedan pocos días. La capacidad de adaptación se agota y ya no sos capaz de sonreír bien, ya se nota esa mueca casi dolorosa que es para vos sonreír. Sos falsa, sos falsa porque lo decidiste, lo decidiste para sobrevivir, para no hacer de todo esto una tragedia. Qué triste es mirarte ahora, tienes mil celdas alrededor tuyo, ya ni te ves de tantos barrotes. ¿Qué pasa mujer? Acordamos que vivir así era la única salida, que no íbamos a pintar el vacío de gris fantasma. Decime una cosa ¿Dónde está la otra? La que sabe actuar y sonreír, esa era bella, casi una niña jugando a disfrutar todo y con las angustias a kilómetros de distancia. Cuando te miraba, en un acto de fe, creía que habías logrado destruir todo y que de verdad vivías en la novela.

Necesitamos volver, tienes que volver a la sala conmigo y organizarte ese bonito vestido naranja. Te queda hermoso el naranja. El naranja de atardeceres, como esos que vos mirabas anestesiada en la playa. Qué cursi sos, te gustan los besos en la playa y el atardecer. Acomódate ese vestido, venís conmigo ahora a la sala y le sonreirás a todos, ellos esperan de vos una sonrisa y una conversación interesante. Me encanta cuando hablas, cuando hablas y miras a los ojos, cuando decís las cosas con seguridad y con una gracia casi pintoresca. Párate, no llores más. No te vengas abajo, vos sabes bien a todo lo que nos enfrentábamos. Sabes hace mucho, antes que yo, que vivir no es propiamente vivir, que lo que llamamos vivir es una rutina que escogimos para distraernos, despertar a las 6, preparar lo huevos, vestir a los niños, prender el carro, escuchar la radio, trabajar, tomarse un café, llegar a casa, ver las noticias y verte a vos, con alguna arruga nueva y con tu guerra declarada a las insolentes canas, pero te ganan mujer, te ganan y ese el sentido de todo esto, que nos ganen, que nos dejen vivir o actuar pero que nos avisen y nos recuerden todos días que vamos a morir a ver si así logramos respirar y tomar boquitas de aire con algo de interés. Debemos vernos las caras, debemos vernos envejecer llenos de ocupaciones para disimular ese vacío frío que vive afuera en la calle, que aparece en las noticias entre líneas y que ves vos en los ojos de nuestros hijos, esos hijos que crecen y se van dejando esta casa vacía. ¿Por qué lo debemos hacer? Vos más que nadie lo sabe. O mejor decime vos: ¿Qué otra opción hay? No sos Dios mujer, no lograras salvarle la vida a todos en el planeta, no lograras crear una verdad pura que alivie la vida de todos porque sabes que eso no existe. Son niñadas lo que te pasa a vos. Te encierras más, de verdad que ya no te veo de tanto barrote. Ahí esta llorando tu madre cuando haces esa mueca de dolor ahogada en lágrimas, mira mira, tu papá está llorando con vos cada vez que te agarras el pecho. Como te persiguen, como te encarcelan. Péinate, arregla tu cabello y salimos ya; no permito más esto. Los Moreno nos esperan, arréglate y ponte bonita que no tienes derecho a recordarles que la gente es triste. Ellos esperan una sonrisa tuya, algo que les refresque esas angustias que no tienen solución. Dales un poco de pastel y recuerda que Marina (Vos) es una pequeñoburguesa, madre de tres hijos con una vida casi perfecta, así que no salgas de personaje que estamos perdiendo gracia; pero si me decís que no podes no tengo más para decirte que nos quedan pocos días, que a lo que vos conoces como vida se le han caído los cimientos y ya el techo viene en caída libre.

Carolina P

domingo, 25 de julio de 2010

lunes, 12 de julio de 2010

Ándele

1.

Como una carretilla de pedruscos
cayéndole en la espalda, vomitándole
su peso insoportable,
así le cae el tiempo a cada despertar.
Se quedó atrás, seguro, ya no puede
equiparar las cosas y los días,
cuando consigue contestar las cartas
y alarga el brazo hacia ese libro o ese disco,
suena el teléfono: a las nueve esta noche,
llegaron compañeros con noticias, tenés que estar sin falta, viejo,
o es Claudine que reclama su salida o su almohada,
o Roberto con depre, hay que ayudarlo,
o simplemente las camisas sucias
amontonándose en la bañadera
como los diarios, las revistas, y ese
ensayo de Foucault, y la novela
de Erica Jong y esos poemas
de Sigifredo sin hablar de mil
trescientos grosso modo libros discos y películas,
más el deseo subrepticio de releer Tristram Shandy,
Zama, La vida breve, El Quijote, Sandokán,
y escuchar otra vez todo Mahler o Delius
todo Chopin todo Alban Berg,
y en la cinemateca Metrópolis, King Kong,
La barquera María, La edad de oro —Carajo,
la carretilla de la vida
con carga para cinco décadas, con sed
de viñedos enteros, con amores
que inevitablemente superponen
tres, cinco, siete mundos
que debieran latir consecutivos
y en cambio se combaten simultáneos
en lo que llaman poligamia y que tan sólo
es el miedo a perder tantas ventanas
sobre tantos paisajes, la esperanza
de un horizonte entero—
2.

Hablo de mí, cualquiera se da cuenta,
pero ya llevo tiempo (siempre tiempo)
sabiendo que en el mí estás vos también,
y entonces:
No nos alcanza el tiempo,
o nosotros a él,
nos quedamos atrás por correr demasiado,
ya no nos basta el día
para vivir apenas media hora.
3.

El futuro se escinde, Maquiavelo:
el más lejano tiene un nombre, muerte,
y el otro, el inmediato, carretilla.
¿Cómo puede vivirse en un presente
apedreado de lejos? No te queda
más que fingir capacidad de aguante:
agenda hora por hora, la memoria
almacenando en marzo los pagarés de junio,
la conferencia prometida,
el viaje a Costa Rica, la planilla de impuestos, Laura que llega el doce,
un hotel para Ernesto,
no olvidarse de ver al oftalmólogo,
se acabó el detergente,
habrá que reunirse
con los que llegan fugitivos
de Uruguay y Argentina,
darle una mano a esa chiquita
que no conoce a nadie en Amsterdam,
buscarle algún laburo a Pedro Sáenz,
escucharle su historia a Paula Flores
que necesita repetir y repetir
cómo acabaron con su hijo en Santa Fe.
Así se te va el hoy
en nombre de mañana o de pasado,
así perdés el centro
en una despiadada excentración
a veces útil, claro,
útil para algún otro, y está bien.
Pero vos, de este lado de tu tiempo,
¿cómo vivís, poeta?,
¿cuánta nafta te queda para el viaje
que querías tan lleno de gaviotas?
4.

No se me queje, amigo,
las cosas son así y no hay vuelta.
Métale a este poema tan prosaico
que unos comprenderán y otros tu abuela,
dése al menos el gusto de la sinceridad y al mismo tiempo
conteste esa llamada, sí, de acuerdo,
el jueves a las cuatro,
de acuerdo, amigo Ariel,
hay que hacer algo por los refugiados.
5.

Pero pasa que el tipo es un poeta
y un cronopio a sus horas,
que a cada vuelta de la esquina
le salta encima el tigre azul,
un nuevo laberinto que reclama
ser relato o novela o viaje a Islandia,
(ha de ser tan traslúcida la alborada en Islandia,
se dice el pobre punto en un café de barrio)
Le debe cartas necesarias a Ana Svensson,
le debe un cuarto de hora a Eduardo, y un paseo
a Cristina, como el otro
murió debiéndole a Esculapio un gallo,
como Chénier en la guillotina,
tanta vida esperándolo, y el tiempo
de un triángulo de fierro solamente
y ya la nada. Así, el absurdo
de que el deseo se adelante
sin que puedas seguirlo, pies de plomo,
la recurrente pesadilla diurna
del que quiere avanzar y lo detiene
el pegajoso cazamoscas del deber.
la rémora del diario
con las noticias de Santiago mar de sangre,
con la muerte de Paco en la Argentina,
con la muerte de Orlando, con la muerte
y la necesidad de denunciar la muerte
cuando es la sucia negación,
cuando se llama Pinochet y López Rega y Henry Kissinger.
(Escribiremos otro día el poema,
vayamos ahora a la reunión, juntemos unos pesos,
llegaron compañeros con noticias,
tenés que estar sin falta, viejo.)
6.

Vendrán y te dirán (ya mismo, en esta página)
sucio individualista,
tu obligación es darte sin protestas,
escribir para el hoy para el mañana
sin nostalgias de Chaucer o Rig Veda,
sin darle tiempo a Raymond Chandler o Duke Ellington,
basta de babosadas de pequeñoburgués,
hay que luchar contra la alienación ya mismo,
dejate de pavadas,
elegí entre el trabajo partidario
o cantarle a Gardel.
7.

Dirás, ya sé, que es lamentarse al cuete
y tendrás la razón más objetiva.
Pero no es para vos que escribo este prosema,
lo hago pensando en el que arrima el hombro
mientras se acuerda de Rubén Darío
o silba un blues de Big Bill Broonzy.
Así era Roque Dalton, que ojalá
me mirara escribir por sobre el hombro
con su sonrisa pajarera,
sus gestos de cachorro, la segura
bella inseguridad del que ha elegido
guardar la fuerza para la ternura
y tiernamente gobernar su fuerza.
Así era el Che con sus poemas de bolsillo,
su Jack London llenándole el vivac
de buscadores de oro y esquimales,
y eran también así
los muchachos nocturnos que en La Habana
me pidieron hablar, Marcia Leiseca
llevándome en la sombra hasta un balcón
donde dos o tres manos apretaron la mía
y bocas invisibles me dijeron amigo,
cuando allá donde estamos nos dan tregua,
nos hacen bien tus cuentos de cronopios,
nomás queriamos decírtelo, hasta pronto.
8.
Esto va derivando hacia otra cosa,
es tiempo de ajustarse el cinturón:
zona de turbulencia.
Julio Cortázar