EL PARQUE

Caminamos guiados por la rutina, sin saber qué hay detrás o de frente, porqué está ahí y no en otro lugar o hace cuanto existe. Con los pies sobre el asfalto de la ciudad, máquinas que cumplen con los mecanismos de funcionamiento, máquinas carentes de sensibilidad, de curiosidad, máquinas que han perdido la capacidad de observación y se van oxidando con el paso de los años.

No había visto tal modernidad, ¡un parque con techo pavimentado!, situado en medio de vías, ruido, vehículos y transeúntes que viven sumidos en el afán y seguramente al igual que yo no se les ha ocurrido sentarse en ese “pintoresco” y “llamativo” lugar de “esparcimiento”, porque esa es la función principal de cualquier parque.

En el centro, una fuente fragmentada, en la que el agua es reemplazada por mierda, donde se puede leer en una pequeña placa “Quiera a Medellín” (no creo que un lugar como éstos pueda inspirar amor por algo). Alrededor, unas cuantas bancas de cemento cubiertas de mugre y polvo, del aire contaminado que habita diariamente la ciudad. Probablemente los habitantes de la calle lo ven como su refugio, pero ningún ser humano debería pasar el tiempo y menos dormir en un “parque” como éste.

Sabemos que existe, pero ¿es suficiente? , ignoramos lo que sabemos, nos hacemos sordos o ciegos incluso mudos; una realidad escondida a propósito. no es ficción, no son obras de teatro, el telón no se cerrará en contados minutos, pero los espectadores si olvidarán la escena y seguirán adelante mientras otros intentan sobrevivir en los parques con techos de cemento.

Alicia.