Uno de esos días en los que el instinto maternal habre los ojos por unos instantes y despierta. Son mis oidos seducidos por las mismas melodías, las mismas palabras... no es siempre el mismo tema, es la vida. En un segundo, en una gota, en un sonido. Es el vientre que espera paciente y los días silenciosos que aguardan algarabías.
MATERNIDAD
José Pedroni
Mujer: en un silencio que me sabrá de ternura,
durante nueve lunas crecerá tu cintura;
y en el mes de la siega tendrás color de espiga,
vestirás simplemente y andarás con fatiga.
El hueco de tu almohada tendrá olor a nido,
y a vino derramado nuestro mantel tendido-.
Si mi mano te toca,
tu voz, con la vergüenza, se romperá en tu boca
lo mismo que una copa.
El cielo de tus ojos será cielo nublado.
Tu cuerpo todo entero, como un vaso rajado
que pierde un agua limpia. Tu mirada un rocío.
Tu sonrisa la sombra de un pájaro en el río.
Y un día, un dulce día, quizás un día de fiesta
para el hombre de pala y la mujer de cesta;
el día que las madres y las recién casadas
vienen por los caminos a las misas cantadas;
el día que la moza luce su cara fresca,
y el cargador no carga, el pescador no pesca...
Tal vez el sol deslumbre; quizá la luna grata
tenga catorce noches y espolvoree plata
sobre la paz del monte; tal vez en el villaje
llueva calladamente; quizá yo esté de viaje...-.
Un día, un dulce día, con manso sufrimiento,
te romperás cargada como una rama al viento.
Y será el regocijo
de besarte las manos, y de hallar en el hijo
tu misma frente simple, tu boca, tu mirada,
y un poco de mis ojos, un poco, casi nada...
MATERNIDAD
José Pedroni
Mujer: en un silencio que me sabrá de ternura,
durante nueve lunas crecerá tu cintura;
y en el mes de la siega tendrás color de espiga,
vestirás simplemente y andarás con fatiga.
El hueco de tu almohada tendrá olor a nido,
y a vino derramado nuestro mantel tendido-.
Si mi mano te toca,
tu voz, con la vergüenza, se romperá en tu boca
lo mismo que una copa.
El cielo de tus ojos será cielo nublado.
Tu cuerpo todo entero, como un vaso rajado
que pierde un agua limpia. Tu mirada un rocío.
Tu sonrisa la sombra de un pájaro en el río.
Y un día, un dulce día, quizás un día de fiesta
para el hombre de pala y la mujer de cesta;
el día que las madres y las recién casadas
vienen por los caminos a las misas cantadas;
el día que la moza luce su cara fresca,
y el cargador no carga, el pescador no pesca...
Tal vez el sol deslumbre; quizá la luna grata
tenga catorce noches y espolvoree plata
sobre la paz del monte; tal vez en el villaje
llueva calladamente; quizá yo esté de viaje...-.
Un día, un dulce día, con manso sufrimiento,
te romperás cargada como una rama al viento.
Y será el regocijo
de besarte las manos, y de hallar en el hijo
tu misma frente simple, tu boca, tu mirada,
y un poco de mis ojos, un poco, casi nada...
Alicia.
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